Independientemente de la modalidad de fútbol en la que juegues, hay ciertas lesiones que son muy comunes en este deporte. Dividiremos la publicación en dos partes, para profundizar más en cada uno de los traumatismos que vamos a comentar. Las 5 lesiones más comunes en fútbol que explicaremos son: Esguince de Tobillo, Rotura de Ligamento Cruzado Anterior, Rotura de Menisco, Pubalgia y Rotura de Isquiotibiales.

Analizaremos los síntomas, posibles tratamientos y pronóstico de todas ellas.

SEGUNDA PARTE DEL POST: PUBALGIA Y ROTURA DE ISQUIOTIBIALES

lesiones comunes en fútbol

Esguince de Tobillo

El esguince de tobillo es la lesión más común en los deportistas que va asociada a unos costes socioeconómicos muy elevados. Sobre todo, está presente en deportes en los que se requieren saltos, cambios de dirección y pivotar como es el caso del fútbol.
El mecanismo lesional, normalmente, es una repentina y rápida inversión y rotación interna en carga del complejo de tobillo y pie. En un número menor de ocasiones el esguince puede ser interno por lo que el mecanismo lesional sería al contrario, eversión y rotación externa.

Síntomas

Los síntomas principales son: dolor en la cara interna o externa del tobillo, inflamación, posible hematoma y una función alterada de la articulación.

Un esguince de tobillo y una fractura pueden ir de la mano por lo que es necesario conocer y aplicar las reglas de Ottawa. Estas reglas establecen la necesidad de un control por imagen por la posible presencia de una fractura en el caso de que exista dolor en la zona maleolar, tanto interna como externa, en la base del quinto meta o en el hueso navicular así como sensibilidad ósea en las áreas mencionadas o imposibilidad de caminar cuatro pasos justo después de la lesión.

Zona maleolar y hueso navicular

Pronóstico

A largo plazo no es bueno, ya que más de un 70% de personas siguen teniendo síntomas o, incluso, recaen en la lesión en el año posterior a la primera lesión. Esto es lo que se conoce como inestabilidad crónica de tobillo.

Tratamiento

Siempre se debe plantear un tratamiento conservador en primer lugar y, en caso de que este falle o que los síntomas persistan, se puede pensar en un tratamiento quirúrgico. Dependerá de las características individuales de cada persona.

El tratamiento conservador consiste en la aplicación del método RICE (reposo, hielo, compresión y elevación del pie con respecto a rodilla y cadera), y la ingesta de antiinflamatorios no esteroideos con el fin de control el dolor y la inflamación en las fases más agudas de la lesión. Además, el fisioterapeuta aplicará una serie de técnicas manuales y recomendará la realización de ejercicios de una forma temprana enfocados al control neuromuscular y propioceptivo del tobillo. Estos últimos son muy importantes como prevención primaria y secundaria.

Rotura del Ligamento Cruzado Anterior

Una de las lesiones más comunes en fútbol es la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA), debido al agresivo pivotaje al que están sometidos y al contacto físico entre los deportistas.

El mecanismo lesional más frecuente basado en la posición de la extremidad inferior es adducción y flexión de cadera, con la rodilla sometida a un estrés en valgo y ligera flexión y con el pie en pronación y rotado externamente, pero existen otros muchos patrones que pueden llevar a la lesión de este ligamento. En la mayoría de las ocasiones la pierna lesionada es la de apoyo, sobre todo cuando esta soporta todo el peso del cuerpo. Además, en la gran mayoría de estas lesiones no existe un contacto físico.

Síntomas

En cuanto a la sintomatología es posible escuchar un “pop”, posible aparición de hematoma en la cara medial, sensación de desgarro y puede acompañarse o no de una inflamación inmediata. Los mejores test que pueden guiarnos hacia una posible rotura del LCA son el Lachman test y el pivot-shift test.

A pesar de esto, la prueba de elección es la resonancia magnética que además puede identificar daños tisulares asociados que podrán marcar la dirección del tratamiento.

Tratamiento

Normalmente, el tratamiento de elección es quirúrgico seguido de un protocolo de rehabilitación, pero también existe la posibilidad de comenzar con un tratamiento conservador. El tratamiento rehabilitador por fases propuesto por Kevin M. Dale es el siguiente:

Primera fase (0-6 semanas)

Esta primera fase se enfoca en controlar el dolor y la inflamación y en tener un rango articular óptimo por lo que se llevará a cabo el protocolo RICE (descanso, hielo, compresión y elevación), pero deberemos comenzar también con un trabajo activo y pasivo del rango articular. También se llevarán a cabo ejercicios de baja resistencia para trabajar el cuádriceps y los isquiotibiales y ejercicios de levantar la pierna con la rodilla bien estirada en todos los planos del espacio.

*Es importante, para pasar a la segunda fase, que exista un recorrido articular que vaya desde la extensión máxima hasta los 90º de flexión, que no haya inflamación y que no exista un retraso en la extensión cuando se realizan los ejercicios de levantar la pierna.

Segunda fase (6-8 semanas)

Se llevará a cabo un trabajo de extensión y flexión de rodilla más exigente con ejercicios en cadena cinética cerrada además de ejercicios de equilibrio. Podemos también comenzar con un trabajo cardiovascular en bicicleta estática con el asiento más elevado de lo normal.

Tercera fase (2-6 meses)

Progresión de los ejercicios en cadena cinética cerrada, así como de los ejercicios propioceptivos. Posibilidad de comenzar con la elíptica o con el stepper.

Cuarta fase (6-9 meses)

En esta cuarta fase se realizarán los mismos ejercicios que en la tercera pero enfocados al deporte en concreto.

Quinta fase (9+ meses)

Vuelta a los entrenamientos.

Rotura de Menisco

Las lesiones de rodilla son muy frecuentes y, entre ellas, la rotura de menisco es muy común en deportes como el fútbol lo que conlleva largos períodos alejados de la competición.

El mecanismo lesional típico es un movimiento de torsión de la rodilla mientras ésta se encuentra en posición de carga.

La diferencia anatómica de ambos meniscos predispone y, consecuentemente, hace que sea el interno el que se lesiones con mayor frecuencia.

Síntomas

A continuación se exponen los síntomas y signos que pueden estar presentes en una rotura de menisco:

  • Dolor en la interlínea articular, interna o externa.
  • Dolor con la realización de una flexión exagerada.
  • Test de McMurray positivo.
  • Test de Apley Grind positivo.
  • Test de Thessaly positivo.
  • Effusion.
  • Bloqueo.
  • Inestabilidad.

Estos síntomas y signos no son fiables al 100% y no están presentes en todas las lesiones por lo que se hace necesaria la realización de una resonancia magnética para confirmar el diagnóstico.

Tratamiento

El tratamiento de esta lesión ha evolucionado en estos últimos años. El tratamiento quirúrgico que se venía realizando se ha cambiado por técnicas quirúrgicas menos agresivas e, incluso, por un tratamiento conservador.

La guía de práctica clínica propuesta por Sherman SL et al. tras una operación de menisco se puede dividir en 4 fases:

Primera fase (6-8 semanas*)

Hay que proteger al máximo la rodilla inflamada evitando correr, saltar, realizar actividad pliométrica y modificar o evitar la carga de peso.

Para controlar el dolor y la inflamación en esta primera fase aguda se utiliza:

  • TENS.
  • Aplicación de frío.
  • Compresión.
  • Elevación de la pierna con la rodilla estirada (pie por encima de rodilla y cadera).

El fisioterapeuta realizará una serie de técnicas para mejorar el rango de movilidad de la rodilla y se realizarán ejercicios de estabilización de Core, refuerzo de la musculatura de la cadera, reclutamiento progresivo del cuádriceps sin dolor y equilibrio sobre ambas piernas.

*La longitud de las fases II a la IV dependerá de la duración de ésta primera fase y del progreso y el rendimiento de cada persona.

Segunda fase

En esta fase la inflamación y el dolor deberían de estar controlados y el fisioterapeuta continuará con las técnicas para ganar amplitud articular.

Por otro lado, seguirán presentes los ejercicios de estabilización de Core y se realizarán ejercicios en cadena cinética abierta y cerrada de toda la musculatura del miembro inferior así como de la musculatura pélvica, así como ejercicios de propiocepción.

A partir de esta segunda fase podemos incluir entrenamiento cardiovascular como la natación y la bicicleta o elíptica con una mínima resistencia o sin ella.

Tercera fase

Se debe evitar pivotar y los ejercicios pliométricos.

Los ejercicios a realizar en esta fase serán los mismos que en la fase 2 pero con una progresión en cuanto a fuerza, resistencia y dificultad.

Dentro del entrenamiento cardiovascular podemos incluir la natación, la bicicleta estática y la elíptica con una resistencia moderada, andar, jogging o carrera dentro del agua y step.

Cuarta fase

Como precaución deberemos controlar el no dolor durante la realización de los ejercicios y descansar en el caso de la aparición de agujetas.

En cuanto a los ejercicios a realizar y al entrenamiento cardiovascular, será igual salvo por la intensidad que apliquemos.

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